Fuiste como un sueño, en una mañana tibia en la que mis ojos te encontraron.
Después de conocer tus labios, ya no podía verte, pues era de noche y la luna no alcanzaba a sorprenderme.
Cómo imaginar perderte?
Si desde aquélla mañana, pedí tenerte y aquella noche decidí quererte.
Déjame mostrarte la magia de las hadas, las fórmulas sin números y los cálculos sin tablas.
Tu mirada de la vida se resuelve de a poco, mientras la lógica acelera el rumbo…
Yo quiero detenerte con un abrazo y mostrarte que el amor viaja sobre territorios extraños.
Quiero que me cuentes del alma que te habita, de los juegos que te divertían y los cuentos que te entristecían. Muéstrame tus sueños y contágiame de silencios.
Sin pretender tener claro el destino, caminemos juntos sobre las olas y que el tiempo se haga eterno mientras construimos nuestra historia. La historia que iniciamos, sin demoras ni ataduras.
Esta ilusión perdura mientras el tiempo envejece las preguntas y el recuerdo se estremece mientras se esconde en mi armadura.
Ilusión que sueña, ilusión que queda y que se pierde, en la marea…
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