La ganancia de las decisiones

Pensando el posible motivo de la dificultad para tomar una decisión, descubrí la palabra “renuncia”. Por esto, lo difícil no es decidir, sino renunciar a lo que no se elige finalmente.

La decisión implica: arriesgarse, elegir una opción, renunciar a la otra y asumir las situaciones que vienen con dicha elección. Antes de tomarla se experimenta una sensación de incertidumbre, porque mentalmente conozco las posibilidades y sin embargo, aún no las he vivido; es decir, desconozco lo que sucederá.

La proyección a futuro es otro elemento importante en el momento de elegir, pues los seres humanos tenemos la tendencia a pensar y planear lo que va a suceder, como una forma de “garantizarnos” seguridad. También sabemos que esta seguridad es relativa, porque existen situaciones inesperadas que pueden cambiar el panorama inicial.

En conclusión, sea cual sea la decisión, no podemos controlar totalmente los resultados de ésta, pues nos abrimos a nuevas circunstancias que posteriormente, de acuerdo a la experiencia, valoraremos como positivas o negativas.

El análisis racional frente a las decisiones nos permite detallar cada una de las opciones, determinando lo que, a nuestro parecer, son sus ventajas y desventajas. El conflicto positivo se presenta entonces, cuando las opciones a elegir brindan ganancias similares. En este caso, la emoción y el estado corporal ayudan a clarificar qué camino tomar.

La conexión con las sensaciones y sentimientos que surgen frente a cada posibilidad es un trabajo que puede verse interrumpido por la conversación mental. Por esto, a veces no parece claro cuál es la emoción, cuando desde nuestra cabeza creemos que es temor. Los pensamientos hacia el futuro siempre generan ansiedad, por lo tanto es normal que sintamos miedo. Cuando esto ocurre, es una señal para darnos cuenta que no estamos en el presente, aquí y ahora con nuestro sentir.

La capacidad de tomar decisiones compromete las áreas mental, emocional y corporal, y se define con nuestra capacidad de acción. Es decir, el poder personal de elegir y asumir con responsabilidad sus implicaciones. En este sentido, la actitud que tenga es fundamental, porque de ella depende que yo me quede en el pasado con las renuncias, o con las riquezas de la elección.

Lo más importante para recordar es que, por más difícil que sea el proceso de decidir, siempre tendremos la ganancia de una nueva experiencia y de nuevos aprendizajes para enriquecer nuestro trayecto de vida.