Como un suspiro

Palpo mis dedos antes de hacerlos danzar con el teclado, mientras encuentro las palabras exactas para escribir sobre ti.Ahora que los dedos se mueven al ritmo de mi pensamiento, percibo también mi corazón oprimiendo mi pecho, y es porque te quiero.

Escribir sobre ti, mejor decir: sobre los años que conozco de ti, es también recordar cada instante de mi vida en los que has estado a mi lado. Quizá fue desde que descubrí tus ojos y tu gracia, y me encanto tu simpatía innata; tu libertad al expresarte, tu timidez al hablarme y tu espontaneidad cuando bailamos juntos por primera vez.

Todo ha sido como un suspiro: rápido, y a la vez tan profundo y aliviador. Sin planearlo, empezamos a encontrarnos y a descubrir hasta el más mínimo detalle en nuestras conductas habituales; desde compartir el primer aliento de la mañana, al despertar, hasta el último sabor en el paladar al terminar el día.

Conocernos, preguntarnos y enamorarnos; desnudándonos hasta ver el alma, recorrer nuestros cuerpos hasta trazar, como un mapa, nuestra silueta; para después, en momentos de ausencia, poder dibujarnos en nuestras mentes y no extrañarnos.

He aprendido de mi, a tu lado: Reconocerme en mis más íntimos miedos y temores del pasado, verme imperfecta y sonreír cuando me haces sentir lo contrario, o cuando me ves hermosa, así no me haya arreglado. He podido amistarme con mi ser cada instante que me recuerdas mis cualidades y capacidades; a tu lado, sigo creyendo en mis sueños, valorando mi profesión y amando, cada vez más, la idea de re-humanizarnos.

He podido enseñarte: Mostrarte lo que no ves desde tu cielo nublado; presentarte el silencio sagrado, el lenguaje sin palabras; recordarte la existencia de un otro necesitado, la humildad y la escucha. Hablarte de la fe, aun cuando la he perdido y de la intención aún cuando he desfallecido.

Tu me has mostrado la perseverancia. La pasión por nuestra esencia, la constancia para alcanzar nuestros sueños y deseos más preciados. También la sensibilidad del artista y la racionalidad del matemático.

Hemos crecido en nuestro andar, con dificultades al paso: disgustos, desencuentros, reclamos, malentendidos, sin dejar de animarnos a ver más allá; aprendemos a contemplar las hojas secas de los árboles y a ver en ellas toda una historia de vida, también a valorar lo que parece insignificante y, sobretodo, a disfrutar los momentos simples.

Te amo y cada día te amo... concluyendo que nos une el deseo de comunicar, transmitir y expresar, así como el gusto por la magia audiovisual, y sobretodo, las diferencias, que nos permiten complementarnos.

Que la vida nos permita continuar esta ruta, y que los años que caminemos juntos sean inolvidables.